En estos meses de incertidumbre moral, despotismo político y de falta de motivación, los oasis no abundan.
Un confuso marzo ha dado paso a un tímido abril, que, casi sin quererlo, me deja momentos que no olvidaré. El frío de las lluvias contrasta con la luz, que cubre los días por completo, y las ramas desnudas de algunos árboles no son sino las flores de muchos otros. Igual pasa con las personas: algunos aún ocultan sus cuerpos bajo grandes plumas, otros, los más atrevidos, enseñan sus tobillos y sus ombligos.
La lluvia se irá, y los que nos escondemos de los ojos ajenos volveremos a la cueva para no ser vistos.
Cuesta reconocer a James Stewart de joven