miércoles, 20 de abril de 2016

abril

La lluvia da cobijo a los que no queremos ser descubiertos. Su fino y transparente manto nos oculta, pues las cosas bonitas lo son en los días de sol y estrellas.

En estos meses de incertidumbre moral, despotismo político y de falta de motivación, los oasis no abundan.

Un confuso marzo ha dado paso a un tímido abril, que, casi sin quererlo, me deja momentos que no olvidaré. El frío de las lluvias contrasta con la luz, que cubre los días por completo, y las ramas desnudas de algunos árboles no son sino las flores de muchos otros. Igual pasa con las personas: algunos aún ocultan sus cuerpos bajo grandes plumas, otros, los más atrevidos, enseñan sus tobillos y sus ombligos.

La lluvia se irá, y los que nos escondemos de los ojos ajenos volveremos a la cueva para no ser vistos.


 
Cuesta reconocer a James Stewart de joven