miércoles, 29 de marzo de 2017

El tipo de chico que me gusta

Me juré a mi misma que no iba a hablar más de mis hazañas amorosas... no por nada, sino porque no me creo con conocimiento suficiente para poder aleccionar a nadie (más bien lo contrario). No solo soy incapaz de seguir los consejos que les doy a otros, sino que, además parece que no aprendo. NO APRENDO.

Si me preguntan por el tipo de chico que llama mi atención no podría ser más franca: los que me dan problemas. Esos son, sin lugar a dudas mis favoritos. No tienen por qué ser altos o guapos, solo tienen que o tener novia, o tontear con todas. También pueden ser de esos que te hacen hacer cosas fuera de la ley o los que te dejan tirada para irse con los colegas.

Tú, que estás leyendo, me dirás -Claro, como a todas.- Pero la realidad es que lo mío es exageradamente imprudente. Si ahora mismo tuviese la potestad de encerrar a alguien en un manicomio, lo haría, a mi misma, y me aseguraría que nadie nunca encontrase la llave.

Tengo que decir que, pese a que he visto La boda de mi mejor amigo lo menos una treintena de veces, el viernes pasado la peli cobró un nuevo significado para mi... Estoy igual de loca que Julianne, la chica a la que interpreta mi queridísima Julia Roberts...

Tengo muchas cosas más que contar pero me voy a callar, ya que sino, vendrían a encerrarme (no es broma) y la verdad es que todavía me queda alguna más por liar...



La boda de mi mejor amigo, 1997.

lunes, 20 de marzo de 2017

Sobre lo que he estado haciendo los últimos meses...

Después de seis meses trabajando en el casino como crupier creo que ya puedo hablar con conocimiento de causa de algunas de las cosas que pasan allí (las más sórdidas que he visto en mis veintisiete años de vida, por cierto) y, sobretodo, me siento preparada para narrarlas, con una pizca de humor y otra de crítica...

Lo que sucede entre esas cuatro paredes es demasiado intenso, marca a trabajadores y a clientes por igual. He aprendido demasiadas cosas en estos meses sobre la vida, sobre las personas, las relaciones humanas, sobre el poder del dinero y sobre ricos y pobres...

Pese a llevar medio año trabajando, y pudiendo observar a las personas que acuden a saciar alguna necesidad enfrente de unas cartas o de una ruleta, sigo sin entender los motivos por los cuales resulta más entretenido ir al casino que al cine o a cenar. La mayoría se juegan mucho dinero a algo que depende del azar, algo que no sigue ningún patrón o variable más o menos previsible. Los clientes, que buscan descargar su frustración contra ti, porque tu eres el casino, pueden resultar de lo más cansino. No obstante, me regalan cada día momentos muy lúcidos y cómicos, y es que, cuando se trata del dinero, no existen apenas principios.

Me maravilla el hecho de que la bola caiga siempre en el número con menos fichas, o en el que no hay ninguna. No puedo hablar de porcentajes porque no es a lo que he venido, pero tengo que decir de forma rotunda que jamás iré al casino a jugarme mi propio dinero.

Para leer y ver sobre el tema...
-Veinticuatro horas en la vida de una mujer, de Stefan Zweig
-Casino, de Martin Scorsese


Casino, de Scorsese (1995)