domingo, 21 de septiembre de 2014

Referencias

Desde pequeña me encantó leer y escribir, dibujar, comunicar, imaginar. A la edad de (más o menos) doce años descubrí el Periodismo, y fué amor a primera vista. No me interesé por nada más, me informé de notas de corte y, así fué como entré a la Complutense allá por el 2008. Creía que había nacido para eso, aunque si os digo la verdad, fueron años despreocupados y marcados por el día a día y lo inmediato. 
Resulta que, con el paso del tiempo me he ido desencantado de la vida en general, y de la profesión en particular: no todo es como lo cuenta Kapuscinski en sus libros. 

Tendemos a idealizar situaciones, y así cometemos el peor error de todos: nos olvidamos de disfrutar, y del motivo que nos impulsó a ello, eliminando por completo la ilusión del principio. Dar tumbos no es lo ideal pero, a veces, es necesario para encontrar nuestra verdadera vocación, lo que realmente nos motiva.

No voy a culpar a otros por mis errores. Es injusto y no servirá para mejorar las cosas. Aunque el Periodismo ha monopolizado mi vida estos últimos años, creo que ha fallado el enfoque desde el cual he mirado a la profesión: para mí, la más compleja, sacrificada y a su vez, agradecida. Creo que enseñar el Periodismo que existía hace veinte años es algo absurdo, las nuevas tecnologías están cambiando nuestra forma de comunicarnos y de consumir información. Esto sólo nos dificulta y retrasa en la tarea de comunicadores de este mundo global en el que vivimos. 

Sé que he nacido para esto, pero, a día de hoy, no encuentro mi lugar en los medios de comunicación tradicionales. Esto me ha llevado a dudar de si lo mio era realmente vocacional. Quizá no soy yo...

Lo que quiero decir, en definitiva, es que hay muchas clases de Periodismo. Ya no viviremos las épocas de corresponsales-espías que se perdían durante meses por territorios inhóspitos en busca del fotorreportaje del año: Internet nos ahorra tiempo y recursos. No es darle la espalda a un sueño, ni rendirse. Es adaptarse a los tiempos en los que nos ha tocado vivir.



El ocaso del Imperio, Kapuscinski

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