Resulta que se acerca esa fecha que todo el mundo tiene que celebrar, otra excusa más para mostrar al mundo por redes sociales (como no, tenía que quejarme un poquito) de lo increíblemente genial que es nuestra vida, el derroche al que estamos acostumbrados y nuestra capacidad para congregar al mayor número de gente posible.
Desde mi experiencia, las celebraciones íntimas son mucho más satisfactorias. Con un pequeño grupo de amigos de verdad, en los que puedes ser tú mismo y con los que compartes más que la pasión por el pádel. Como la vida es un constante cambio, algunos de éstos van cambiando, igual que nosotros cambiamos con creces cada año que pasa.
Este año no quiero regalos, sino risas. No quiero ropa cara ni tacones interminables... quiero celebrarlo en pijama. Quiero ver salir el sol y ver como se pone, y la tranquilidad que deja cuando lo hace. Al fin y al cabo, es un día más.
L.
