Los que me conocen saben que no soy así. Que no me da miedo lanzarme a la piscina por alguien que apenas conozco, soy muy de eso. Y reconozco que a veces sale mal, y que muchas veces acabo con el corazón roto y odiándome por ser tan boba. Pero también os digo que me encanta arriesgar, dejarme llevar y perderme con casi desconocidos por las calles de Madrid. Lo que pase mañana es otra historia...
Mi sentido común, que pelea y a veces gana la batalla contra el magma de emociones indomables que hay dentro de mí, me dice que lo deje estar, que hay cosas que acaban, sin drama y sin destrucción de los implicados. Pero resulta que eras tú... Y va a ser difícil reemplazarte. Pese a lo fugaz, pese a lo peculiar.
No pasa nada. Ambos estamos en ese momento. Tonteamos, nos divertimos, y nos será fácil olvidar. Y como ya nos ha pasado con otras personas, con el tiempo se nos olvidarán esos ratitos en tu cama, cuando me hacías sentir como si nada importase, como si no existiese nadie más, como si nos hubiésemos encontrado después de años buscándonos...
El Planeta de los Simios, 1968
No hay comentarios:
Publicar un comentario