jueves, 6 de julio de 2017

Despacito

Puede parecer un día como otro cualquiera, pero no lo es. Madrid ha amanecido lluviosa y ya sabéis lo que eso significa: jeans y gabardina. Habría pensado en lo feo que estaba el día, y en lo tedioso que me resultaba hacer cualquier cosa. Pero no, porque esa cosa era quedar contigo. Y lo de fuera podía ser lluvia, granizo o un tornado. Me hubiese dado igual.

16 calles, 2006.

En la cafetería, tranquilidad. Lo de siempre, pero mezclado con besos y caricias debajo de la mesa, por favor. Tienes ese no se qué en la mirada que hace que me ruborice, que me corte, que parezca que no tengo nada que decir. Pero sí, te diría mil cosas si me atreviese. Pero es más fácil hacerlo por aquí (al final, voy a tener más de crupier de lo que pensaba).

¿Cómo puede una mirada darme tanto calor? Necesito estar cerca de ti, tocarte, besarte. Disfrutar de esa sensación que tengo cuando estoy contigo y que me llena tantísimo, sin prisas. Dejar que me investigues con tus labios despacito, como dice la famosa canción, y que se haga de día si hace falta. Todo eso mezclado con tu voz. Tengo que confesar que son mi debilidad, y tú tienes una que me tiene en vilo. Quiero despertarme y acostarme con ella. Buenos días; te veo luego; hasta mañana. ¿Te parece que el tiempo que haga, o cualquier otra cosa, puede quitarme esta sonrisa de idiota que tengo mientras escribo estas líneas?. ¿Me estoy equivocando? No lo sé. Solo sé que nunca he tenido tantas ganas de equivocarme como esta vez.

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