Para poder querer, primero debes quererte a ti. Parece una perogrullada, sí, pero no lo es en este mundo tan superficial, en el que importa más lo que se ve que lo que no. Y con tantos estímulos resulta que nos hemos olvidado de nosotros. Nos hemos olvidado de sentir. Ni siquiera se nos pone dura.
¿Qué podemos hacer ante esta vorágine de sentimientos? Intentar vivir despacio. Dejar de lado la inmediatez, disfrutar de todas las fases de una relación, sin saltarnos ninguna. Y, sobre todo, no iniciar una hasta que de verdad nos apetezca hacerlo. Suena más sencillo de lo que en realidad es.
1 comentario:
Has dado en el clavo con esta sociedad. También con el hecho de que ayudando a otros acabas siendo consciente de que tú tenías las respuestas que buscabas. Muy top esta publicación.
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