miércoles, 21 de junio de 2017

Descripción subjetiva

Después de tantos meses, de tantos hagan juego y de mil y una historias sobre ganadores y perdedores, creo que ya soy un poco crupier.

Si hace un año me hubiesen preguntado en qué consistía esta profesión, habría echo acopio de algunas películas relacionadas con los casinos; Oceans's Eleven, Crupier, Casino... Películas que cuentan cosas. Pero no a través de la descripción, sino de la sucesión de hechos (dicho sea de paso, hechos inverosímiles desde cualquier punto de vista).

Para mí, y digo esto con algunos nombres propios en la cabeza, un crupier es un actor. Alguien que cada noche, cuando se pone el uniforme, interpreta un papel y se convierte en alguien que no es. Delante de la ruleta está muy seguro; nadie sabe más de ese cilindro que él. No obstante, una vez se acaba la jornada laboral, el crupier es un chico tímido, amante de los videojuegos y que no sabe de qué hablar con una chica (¿Os acordáis de Stanley Ipkiss (Jim Carrey) en La Máscara?). Vive por y para su trabajo, no tiene vida social fuera del casino, bebe para olvidar y no distingue ya entre el bien y el mal.

No creo que nadie deje nunca de ser crupier. Hay algo en esta perturbable y oscura profesión que destruye a la persona que eras antes, pero que, de alguna forma, te convierte en superhéroe por unas horas y eso, puedo deciros de primera mano, engancha.



Croupier, 1998

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