viernes, 4 de julio de 2014

Hoy

Me levanté temprano, olía a tostadas por toda la casa (¿Acaso hay algo mejor que las tostadas con mantequilla y mermelada?). Me recogí el pelo en una coleta mientras me ponía el bikini y una falda ajustada con motivos geométricos y de colores llamativos. 

A las nueve de la mañana el sol comenzaba su jornada solo, ninguna nube había madrugado tanto. Por eso salí a toda prisa, porque quería hacerle compañía. Me sentía bien. Cada día es un reto, pero nada me quita la sonrisilla. Supongo que es por ti.

En verano las rutinas se vuelven imposibles. Las horas de desayunar, comer, cenar. Noches sin dormir, siestas interminables. Veinticuatro horas con la misma ropa (a veces más) alertan de que ha empezado la temporada estival. Los meses en los que las noches, que son las más cortas y calurosas, adquieren ese matiz memorable.



Templo de Debod, un paraíso en medio de la ciudad

Laura

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