Ella llenaba mi casa. No os imagináis el vacío que me dejó. No duermo, no como, sueño con ella. Rebusco en los armarios por si apareciera algo suyo, y parase un rato ese dolor que siento en el pecho. No quiero hablar, ni siquiera con ella, porque no sabría si decirle Te odio o Te quiero. Ya me avisó que no me enamorara aquella primera noche...
Tenía andares de diosa. Y una boca perfecta que te envolvía y te transportaba lejos, muy lejos. Me gustaba la forma que tenía de afrontar las cosas, a veces parecía una persona de cincuenta años. Otras veces le entraba miedo y sólo se le ocurría huir. Vivía en su mundo. Creo que su forma de ser era el resultado de muchas noches de insomnio, y muchas heridas por amor. A veces me hablaba con voz de niña pequeña, melosa y risueña. Por favor, vuelve.
Paul Newman y Joanne Woodward
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