¿Alguna vez has escuchado una canción y, además de un cosquilleo por todo el cuerpo, has recordado algo o a alguien? La música posee esa capacidad de transportarnos a momentos y lugares así, sin previo aviso.
La llegada de los Beatles a Nueva York en 1964 resultó el acontecimiento de la década
Seguramente algunos de nuestros contemporáneos lo encuentren fascinantemente raro, y la mayoría de nuestros antepasados lo etiquetarían como suceso digno de estudio. Lo que ellos no saben es que, durante las dos horas y pico que dura el espectáculo, la sensación de complicidad y de conexión no se adquiere de ninguna otra forma. Es algo efímero y, por tanto, especial.
La emoción previa al concierto es comparable con pocas cosas; la expectación, la preparación mientras escuchas tu canción favorita y deseas con todas tus fuerzas que la toquen. Una vez terminado, rememorarás el concierto intentando recuperar el estado de calma, y soltando toda la adrenalina acumulada.
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