Sé que a primera vista puedo parecer frágil, pero en realidad no lo soy. Pertenezco a un grupo de supervivientes, mi generación. Hemos crecido sin principios ni objetivos, sin ganas de vivir pese a nuestra corta edad. Cuando se tambalean los pilares de tu vida, tus verdades absolutas, es difícil no sentirse desorientado o triste.
La urbe absorbe las ilusiones de los que creen en un futuro mejor, y así consiguen enfrentarse al día a día. La crisis de valores se palpa en el aire; da miedo ver como las costumbres que se consolidaron en siglos caen en lustros.
Pese a todo, sé que lo lograremos, encontraremos nuestro lugar en el mundo. Y será, tal y como sucede con las cosas más difíciles, una aventura digna de contar.
Le Petit Prince, Antoine de Saint-Exupéry
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