sábado, 11 de abril de 2015

Dolor y placer

Puede que algunos de vosotros os sintáis inmortales. En el fondo, os envidio. Creo que el miedo nos coarta mucho, muchísimo. A veces es el miedo el que nos arrastra, y acabamos por sucumbir ante lo que juramos no hacer. 

Me gustaría ser pez por un día. Sentirme libre, sumergirme en lo más profundo de océano y no mirar atrás. Eso intenté hoy, pero en una piscina. Dicen que la línea que separa el dolor del placer es muy delgada. Una vez en el agua mis movimientos empezaron a ser torpes, más que pez me sentía ballena. Un par de veces noté que me faltaba el aliento y, en contra de lo que podáis pensar, la sensación fue placentera. Noté ese escalofrío tan especial y que conozco tan bien... Me excité.

Todos sabemos lo que es estar con alguien nocivo. ¿Por qué nos cuesta dejar atrás esas relaciones? Es una mezcla de miedo, morbo y malestar que nos daña y excita a la vez. Te levantas por la mañana y decides terminar con ello pero durante el día los argumentos en contra se hacen chiquititos y los argumentos a favor de seguir con ese cerdo/a acaban por nublarnos los sentidos. Estamos jodidos



Moulin Rouge, 2001

No hay comentarios: