lunes, 20 de octubre de 2014

Paraíso terrenal

El ritmo al que nos vemos sometidos a diario a veces no nos permite disfrutar de momentos para nosotros. Y no me refiero a los ratos en los que se ponen lavadoras, se hace la compra o se cose un botón. 

Personalmente, creo que debemos sacar unos minutos al día para hacer algo con lo que realmente disfrutemos, sin grandes pretensiones. Caminar sin rumbo es algo que me relaja mucho (siempre y cuando el tiempo acompañe). Me gusta escuchar mis respiraciones y concentrarme en ellas, y en el movimiento, en silencio. O, imagínate esta: conducir de noche, con la radio bajita, disfrutando del contacto de tus manos con el volante. Tus pies actúan instintivamente, como si el coche fuera una extremidad más de tu cuerpo, acompañado exclusivamente por el ruido de los semáforos.

Una vez leí en un libro que oler una rosa durante cinco minutos podía convertirse en uno de esos momentos especiales del día. Quizá disfrutes, como yo, de una tarde de lectura. ¿Acaso hay mejor desconexión que perderse por las páginas de un libro? Acabo de terminar éste y lo quería compartir con vosotros.

El barón rampante, Italo Calvino, 1957



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