lunes, 12 de julio de 2021

Conexiones

No voy a hablaros de penurias, ni dedicar un post al dolor extremo que he experimentado los últimos días durante mi aventura haciendo el Camino de Santiago. Esto es un recordatorio de que las conexiones, no tienen por qué acabar en nada, ni en un simple beso. 

Han pasado demasiadas cosas en siete días. Así es.

Durante la primera etapa me crucé con apenas cinco personas: una señora mayor, una pareja de Murcia, un par de amigos cincuentones de Barcelona... y él. Los ojos más azules que he visto, pelo oscuro, con canas, alto y con una sonrisa de anuncio. Me adelantó con un tímido hola que me dejó en shock. Y yo, cuando me pongo nerviosa no soy muy elocuente, así que eso fue todo.

Al día siguiente empecé a caminar. Por delante veinte kilómetros de subidas y bajadas por una zona montañosa y salvaje, completamente desolada y sin apenas indicaciones: no os engaño si os digo que pasé miedo. Cuando por fin empecé a descender, oí algo detrás de mí. ¿Adivináis?. Sí. Ojos azules me alcanzó, pronunció su ya clásico hola y siguió su camino (¿Tímido, quizá?). Durante un rato largo nos acompañamos en soledad. Ese momento de intimidad ha sido de las cosas más bonitas de la semana (suena cursi, lo sé). Él, sin ser consciente, me dio fuerzas para continuar. Y no, no volví a verle. 


Camino Primitivo, 2021


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