Durante las citas, las personas dejan entrever de forma más o menos consciente algunos aspectos de su personalidad. Unos buenos, otros no tanto. En el amor y la guerra todo vale, o eso dicen. Resulta divertido descubrir cosas que te gustan de la otra persona, y que hacen que te interese más y más (o al contrario). Dejando a un lado los estudios que nos dicen que los pechos grandes en ellas y el éxito en ellos atraen, ya que aseguran la continuidad de la especie, voy a dedicarle unas líneas a lo que yo considero uno de los mejores momentos en una relación: el primer beso.
Ese precioso y único momento. Ambos saben que va a pasar, están muy cerca el uno del otro. Los olores de cada uno se mezclan y los cuerpos comienzan a segregar, por orden del cerebro, las sustancias químicas correspondientes al acto de pasión que ambos experimentarán en los próximos minutos. Los dos se miran a los ojos, tensión sexual y nervios. Y ganas, muchas ganas. Lo que vendrá después, puede ser maravilloso o espantoso, pero eso nunca se sabe hasta que ha pasado. Feeling, creo que lo llaman.
Foto de nationalgeographic.es
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