viernes, 16 de mayo de 2014

Los besos no se piden, se dan


No se por qué me empeño en perseguirte, si el universo no para de mandarme señales. No las quiero ver, me aferro a la idea de que sí puede ser. De que las señales no son señales, son excusas para hacer o no las cosas. Hablo con extraños y me dicen que te olvide... Por no mencionar a mis conocidos: ellos me lo repiten constantemente. Pero, digamos que en lo que respecta al tema, soy una causa perdida. Como una niña que quiere una piruleta. Lo quiero. Y ya.

Soy consciente de lo patética que resulto a veces. Creo que jamás he hecho las cosas que hago para verte por nadie. El cliché por excelencia: cuanto menos me dás, más enganchada a ti estoy. Lo intento, me digo a mi misma: Déjalo estar, lo que sea, será. Pero luego sonríes y... ¡Joder! Me encanta.

No quiero  que esto pase, y quedarme con la duda. No quiero verte por las noches y no irme a dormir contigo. No quiero no poder enseñarte rincones curiosos de Madrid. No quiero dejar de escribirte, dejar de mandarte alguna foto absurda o graciosa. No quiero perderte, porque sé que me perdería. Hoy quiero luchar por tí, mañana ya veremos.





Los relojes blandos de Dalí


La versión de Los Simpsons

Laura

No hay comentarios: